martes, 29 de marzo de 2011

Lo vital en el arte del software: trabajo en equipo.



Entre mis contemporáneos no hay mucho amor por el dedicarse a reflexionar y pensar, cosa que le atribuyo al haber crecido detestando a Pitufo Filósofo. No obstante, los ingenieros tenemos claro que correr a actuar (construir, codificar, perseguirnos la cola) sin un claro entendimiento de un problema, sin la evaluación de alternativas de solución, probablemente nos deje increiblemente cansados y frustrados, porque seguro que vamos a haber invertido un tiempo valioso aplicando una solución (si es que llega a ser solución) probablemente sub-óptima. Nada más frustrante que darnos cuenta, luego de haber invertido la energía, que había una manera órdenes de magnitud más simple de resolver lo mismo que hemos estado haciendo por horas o días (peor si son semanas o meses).

En mi humilde experiencia he podido presenciar varias veces la demostración de aquella máxima que dicta que para resolver grandes problemas y lograr grandes metas se necesitan de grandes equipos, no de grandes individualidades. En el mundo del deporte, de los mejores ejemplos lo tenemos con el Real Madrid en su era galáctica, que no por tener a los jugadores más costosos de la época y que exhibían gala de ser posiblemente los mejores en sus posiciones en el momento, podía ser calificado como el mejor equipo del mundo o consistentemente siquiera como el mejor de su liga. Un equipo es más que la suma de sus miembros, y los grandes equipos, aunque seguramente puedan contar en ocasiones con personas excepcionales, saben que lo más importante es lograr la resonancia y la sinergia interna para que en conjunto puedan lograr metas que parecerían inalcanzables si simplemente lo atacamos cada uno por separado.

Como líder de un equipo que tiene la meta declarada de tener alto desempeño y parte de una organización que consistentemente se reinventa y decide ser Beta por Siempre, siempre estoy motivando a los miembros de mi equipo y a mis colegas en general a ser mejores cada día, a superar su marca personal. Pero no es suficiente con la conformación de un equipo de los mejores profesionales en sus ramas para resolver los más grandes problemas, sino porque logremos esa resonancia, esa sinergia que hace que el equipo desarrolle esas propiedades emergentes que sólo consiguen los sistemas bien integrados.

Más humildad, menos arrogancia. Más ayuda entre todos, menos apuntar dedos. Más conocer nuestras fortalezas y las de nuestros compañeros, menos contar sólo con lo que una persona puede hacer. Más hacer nuestro aporte de lo que necesita el equipo, menos protagonismo y pensar en sólo en mí.

Para la conclusión les dejo estas anécdotas personales. En mis años de universitario representaba a mi Alma Mater en una competencia internacional de programación, y junto a mí estaban dos de las mentes más brillantes y prodigiosas que he tenido a suerte conocer. Hacíamos cosas increíbles, pero las individualidades pesaban más que el equipo, y a pesar de ser un all-stars, no logramos llegar al podio. Por el mismo tiempo fue con ellos que hice mis primeros intentos de emprendimiento matando tigres, y tampoco logramos concretar siquiera un sistema completo.

En contraposición, en mi primer trabajo como ingeniero graduado me correspondió trabajar con un ex-compañero de clases que había sido sobresaliente... en rumbas y fiestas, pero distaba de ser un virtuoso de la programación, que incluso me había quedado mal en algún proyecto académico. Eso era para mi como pagar un castigo. La lección increíble que la vida me dio allí fue que, no con cero conflictos, y luego de la conversa plana de como nos sentíamos (no creo que para él haya sido tampoco una felicidad encontrarme de nuevo), nos dedicamos no sólo a dar lo mejor de cada quien, sino a integrar magistralmente cada uno sus fortalezas con las del otro, y a pesar de factores exógenos que habrían hecho de ese proyecto un fracaso más, ese se convirtió en el primer sistema que logré llevar a producción y que estuvo allí por no menos de 7 años después. Lo que no pude lograr antes con un equipo de sólo estrellas.

viernes, 7 de enero de 2011

De vuelta a la reflexión

Recuerdo claramente el día que inicié esta conversa con el mundo, quizás conmigo mismo. Estaba en tierra extraña, aprendiendo muchísimas cosas, cuestionándome aquello que creía que sabía. Trataba sobre el software, la forma de hacerlo, su manera de crear valor, y como podía yo mismo agregar valor haciendo una de las cosas que más me ha gustado hacer en mi vida: programar.

Más de 3 años han pasado, y las preguntas no son muy distintas, aunque si son formuladas con más contexto. Mi perspectiva personal sí es distinta: Ahora casado, con un hijo, ya graduado de mi maestría, y con 3 años de experiencia en la co-creación de startups basados en software.

Asi que con año nuevo, década nueva, aprovecho el sabor propio de un nuevo comienzo para exponer mis puntos de vista y quizás aprender un poco de la reflexión y los comentarios de la audiencia. Así que bienvenidos sean!

Feliz año 2011!!! Pronto compartiré nuevas reflexiones con Uds.